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lunes, 15 de octubre de 2018

Las Trincheras: Una nueva hipótesis a estudio de Antonio Martín Asperilla.

Las trincheras: una nueva hipótesis a estudio de Antonio Martín Asperilla.

En una de las últimas visitas realizadas por Antonio Martín Asperilla al Taller de Empleo Rutas y Parajes “Sierra de Noez”, éste nos planteó la hipótesis de que en las trincheras de la Sierra, denominadas también toponímicamente “Los Castillejos” , pudiera haber restos de un poblado de altura de la Edad del Bronce y que estos restos fortificados o poblacionales pudieran haber sido reutilizados para la realización de las citadas trincheras.

Esta teoría él la explica porque era un lugar de difícil de acceso para llevar los materiales para su construcción y porque el inicio inmediato de la Guerra Civil en 1936 hacía prácticamente imposible la realización de una trinchera “nueva” en tan poco tiempo. A ésto se unía la falta de formación por parte de los soldados  en este tipo de trabajos en los inicios de la Guerra.

La falta de prospecciones arqueológicas nos hace imposible valorar esta hipótesis pero sí analizar comparativamente este hecho en otras zonas que sí han sido excavadas y estudiadas en profundidad.

Lo primero que debemos decir es que la existencia de poblados en altura de la Edad del Bronce en las “Sierras” es un hecho “real” y contrastado y su reutilización para trincheras también. Por tanto, es algo común.

Investigadores como Hierro, Caballero y López llevaron a cabo un estudio sobre los diversos asentamientos prehistóricos de altura (“castellones”) en la provincia de Ciudad Real que favorecieron la revisión del estudio de este tema, tras el estudio de campo, el estudio del entornos y de los propios yacimientos.

En estas prospecciones lo primero que sorprendió fue la aparición de materiales cerámicos y de sílex que en estudios anteriores no habían sido localizados.

Los yacimientos estudiados por estos investigadores estaban situados en sierras marginales de los Montes de Toledo sobre una altura entre 700-850 m. sobre el nivel del mar.

Su estudio se realizó en dos fases bien diferenciadas:

Una primera de localización de los asentamientos. Para ello se utilizó la fotografía aérea, el análisis cartográfico, consultas bibliográficas, encuestas directas, etc.

Para favorecer el reconocimiento visual de la zona a estudio se dividió la sierra en tres zonas (solana, cumbre y umbría). Cada yacimiento encontrado se catalogaba y se recogía en sus respectivas fichas.

En una segunda fase el estudio se centró en los datos recogidos (el entorno, ubicación, arquitectura, materiales, etc.).

Estas sierras separaban las cuencas de los ríos Guadiana y Bullaque que visualmente comprendía las planicies del Campo de Calatrava.

¿Por qué  los grupos humanos de la Edad del Bronce se asentaban en las cotas o laderas de las sierras?

La respuesta es muy clara. Eran lugares idóneos para el emplazamiento de viviendas por tener una fácil defensa, amplio dominio visual del entorno y acceso factible a los recursos.

En todos los Montes de Toledo se observa este tipo de “modelos de ocupación” cuya zona de explotación agraria se encuentra a una distancia de 1-1,5 km.

Para su ubicación se buscan lugares donde aflora la cuarcita (en sus espacios libres se asienta el hábitat). Las paredes rocosas sirven de apoyo a las viviendas a modo de parapeto contra los vientos que se producen en otoño y primavera en esta zona. Estos farallones se utilizan como defensas naturales aunque, a pesar de todo, se construyen potentes murallas (en los espacios libres de la pared) con hiladas de piedra. De esta forma se evitaba el costo de tiempo y mano de obra para su construcción.

Algunos de estos asentamientos, por su proximidad a puertos o collados, dominaban las rutas comerciales y las vías de comunicación.

Muchos de ellos se utilizaban para transportar el mineral del cobre que se extraía en el norte de los Montes de Toledo (Ej.: San Pablo de los Montes).

El matiz táctico viene definido por su proximidad en puntos de cotas de mayor altura, las condiciones favorables para su defensa (carácter bélico), control visual de zonas amplias del territorio…

Los yacimientos en ladera o de mediana altura son los mejores ubicados para el cultivo. Sus tierras fértiles eran aprovechadas para el cultivo del cereal (valles y vaguadas) que permitían el cuidado y defensa de las tierras de labor.

De esta forma, estos investigadores plantearon tres grandes tipos de asentamientos:

a)      Yacimientos en collados: Se ubican cerca de pasos o puertos naturales (entre 760-800 m. sobre nivel del mar y 160-200 m. del llano que les rodea).
Estos asentamientos facilitan el acceso a los recursos del entorno de tipo agrícola, ganadero, caza, recolección… pero deben controlar los pasos naturales donde se ubican.

b)      Yacimientos en cima: Se localizan en puntos elevados de la sierra en cotas entre 750-838 m. sobre el nivel del mar y 160-230 m. sobre la llanura. No siempre coinciden con las máximas alturas. Se distribuyen a lo largo de la cuerda de las sierras permitiendo el control visual del territorio y prolongándose a decenas de kilómetros contactando con yacimientos de otras áreas.

c)      Yacimiento en ladera: Son los que se encuentran emplazados en las faldas de la sierra sobre pequeños promontorios o espolones rocosos que se introducen en la llanura. Se localizan en cotas que oscilan entre los 740-750 m. sobre el nivel del mar y 140-150 m. sobre la llanura.

Estos asentamientos se definen por estar bien dispuestos para el aprovechamiento de los fondos del valle de fácil acceso al resto de tipos de yacimientos que controlan visualmente.
La disposición de estos modelos y sus diferencias nos hablan de la existencia de una posible organización jerárquica del territorio pero, hasta que no se haga una clasificación cultural, cronológica y funcional de los hallazgos de los yacimientos, no se puede afirmar taxativamente.

¿Por qué se elige un lugar u otro emplazamiento?

Viene determinado por:

- Las características físicas del lugar: Se eligen sitios de afloramiento rocoso, entre 740-850 m. sobre nivel del mar con lo que se ahorraban tiempo y energía en la construcción.

- La distribución organizada de los asentamientos: Su elección y distribución parece estar sujeta a ideas prefijadas anterior a la ocupación del territorio.

- La posibilidad de acceso a los recursos: Asentamientos en lugares de fuertes pendientes con una zona de fácil acceso a los valles y vaguadas que nos habla de una relación directa entre función y localización de yacimientos.

- Su proximidad a puntos de agua: Los asentamientos están cercanos a pozos o aljibes, que permiten un fácil suministro de agua al poblado. Se localiza, indistintamente, en el interior o exterior de los asentamientos de las fallas de cuarcita. Estos aljibes son acondicionados (excavadas, cerrados con mampostería, revocados, preparados en la roca, etc.) para aprovechar mejor las aguas subterráneas.

La vegetación, la erosión, la acción del hombre o el paso del tiempo han destruido o borrado las huellas de este pasado que dificulta su estudio y comprensión.

Las partes de los muros realizados con piedras de diverso tamaño podían estar trabadas o no con barro. Este sistema de trabazón está asociado a estructuras de plantas cuadrada o rectangular mientras que los de plantas circulares no tienen trabazón. El alzado de las casas eran de tierra apisonada (tapial) entremezclada con piedras.

Se han documentado alguna covacha cerrada por muros de mampostería utilizada, quizá, para enterramientos colectivos.

Las defensas del recinto estaban constituidas, en muchos casos, por las paredes de roca con tramos de muro de piedras sin trabar en los espacios libres. Si no existían estos farallones se amurallaba todo el recinto.

Los sistemas defensivos ofrecían algunas variaciones. El método más sencillo consistía en fortificar todo el perímetro habitado, reforzando, a modo de acrópolis, la zona más elevada.

Otro sistema defensivo era realizar varios recintos amurallados y la acrópolis. Otro más complejo consistía en formar varias líneas de muralla flanqueadas por torres.

Como el sistema defensivo debía adaptarse al terreno, no se pueden aplicar modelos constructivos preconcebidos aunque sí existen esquemas arquitectónicos fijos (murallas, torreones, acrópolis, etc.) en los lugares donde hay menos defensas naturales.

En muchos asentamientos aparece una segunda fortificación sobre la zona más elevada de reducido tamaño a modo de torre de vigilancia o similar. Sus dimensiones son variables pero su análisis nos permite diferenciar cuatro grupos:

- Pequeños asentamientos: No superan los 1500m2(asentamientos en ladera). Su reducido tamaño y escasos restos de estructuras interiores nos llevan a pensar que fueron, posiblemente, yacimientos de carácter temporal.

- Asentamientos medianos: Extensión entre 1600-4.500 m2. Se trata de yacimientos en collados y algunas cabeceras de sierra. Se relacionan con el control de pasos de montaña y cañadas ganaderas.

- Grandes asentamientos: Extensión entre 5.000-10.000 m2. Se localizan sobre las cotas de mayor altura, gozando de un gran control del territorio.

- Yacimientos excepcionales: Superan los 10.000 m2 de extensión. Se localizan en cerros con amplias mesetas (se les conoce tradicionalmente como “viviendas de moros”). No se ubican sobre grandes alturas pero tienen un buen control del territorio.

El estudio de este tipo de yacimientos ha chocado con la carencia de trabajos científicos.

En el fondo de los valles de los ríos y arroyos más importantes encontramos terrenos aluviales cuyo suelo son muy fértiles y aptos para el aprovechamiento agrícola, cultivos intensivos y de huerta.

Los suelos pardos que se extienden por las laderas son aprovechados para el pastizal con encinas, alcornoques y jarales. Las superficies horizontales permiten el cultivo del cereal y el olivar.

Los suelos rojos se distribuyen, sobre todo, en las pendientes suaves, en las que pueden sobresalir crestas de cuarcita no erosionado. Tienen rendimiento aceptable para el cultivo del cereal, la vid y el olivar.

Cabe la posibilidad que algunos de estos asentamientos tuviera otra actividad predominante (vigilancia, caza, comercio, industria de transformación,etc.).

Normalmente los yacimientos de mayor tamaño controlarían el territorio y el resto funcionaría como aledaños o pedanías, especialmente en el Sur de los Montes de Toledo.

Un aspecto fundamental del trabajo de campo es la recogida de materiales que nos permite deducir su cronología pero los fragmentos hallados son muy reducidos y de pequeño tamaño. Además estos fragmentos sufren un proceso de rodamiento que hacen perder su textura original.

Los fragmentos de pequeño tamaño aparecidos no permiten establecer una identificación formal o paralelismo topológico.

En la Edad del Bronce predominan las formas de cuencos, ollas y vasos carenados que a veces son difíciles de identificar. Sus pastas y superficies claras y medias (tonos rojizos, anaranjados y ocres) con una cocción oxidante del 66,67% y otras más oscuras (tonos grises y negras) de cocción reductora 33,31%.

Abundan las formas alisadas (63,51%), frente a las espatuladas (17,13%) y bruñidas (9%) pero son materiales de superficies, expuestos continuamente a las inclemencia del tiempo.

El material lítico es de sílex (sin retoque) pero es muy escaso.

Con todo lo expuesto podemos deducir dos ideas importantes:

1.      La hipótesis de Antonio Martín Asperilla no es una idea descabellada.
2.      Es necesario realizar una excavación sistemática del lugar o zona para dar veracidad a la misma.

Esperamos que próximamente pueda realizarse.

Gracias a Antonio por haber tenido la amabilidad de compartir un poco de su tiempo con nosotros y hacernos partícipes de sus inquietudes e hipótesis.

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